martes, 14 de junio de 2011

DONDE ELLOS VAN

Donde ellos van


Mira, te voy a contar una pequeña historia.
Hace ya muchos años cuando yo era pequeñito, mis padres me contaron una historia que a su vez se la habían contado sus abuelos y así muchas generaciones atrás. Mis padres me enseñaron que un día Dios creó a los ángeles y les dió diferentes formas, a unos los hizo animales para que viviesen por la selva, a otros los hizo para que habitasen el mar, y a otros para que estuviesen a nuestro lado, y así muchos y muchos ángeles.
Pasaron los años y crecí, como tú un día crecerás, y mi vida a veces era triste y otras veces alegre. Me vine a vivir a Toledo y aquí mi vida se hizo más triste, y no deseaba ver a nadie. Un día alguien llamo a mi puerta, y me enseño a una cosita peluda y todo negra.
-¿Lo quiere señor?
-Yo no puedo cuidarlo -contesté
Lo miré, pues sólo veía pelos negros, y me di cuenta que era un perrito, dudé mucho en quedármelo, pues yo estaba muy triste y además nunca había tenido un perro.
-¿Para qué quiero yo un perro? no sabré cuidarlo, ¡nada, no quiero este perro! -dije.
-¡Señor sólo mire sus ojitos, sólo mírele una vez!
-Está bien -respondí- y le mire los ojitos.
Me cautivaron esos ojos y esa noche dormí con el perro de los ojos cautivadores a mi lado, en mi habitación.
Atom, me dijo la veterinaria, será un gran perro, le llamaremos así, era el nombre de un gran dios egipcio.
Y Atom me acompañó durante mucho tiempo. Jugué con él, reí y lloré, me llenó de alegrías en mis momentos de tristeza. Viajé con él, y esos ojos que me habían cautivado nunca dejaban de mirarme, y yo sabía que ellos me decían: ¿que puedo hacer más por ti?
Y un día yo creí ver que esos ojos me decían “ya eres mejor persona que cuando te conocí mi estancia a tu lado ha terminado. Dios nos envía a los perros un tiempo para haceros mejores personas, para enseñaros a amar. Si me has querido a mí, amarás más a todas las personas que están a tu lado. Has compartido un trocito de tu corazón conmigo, gracias, ya me puedo marchar al lado de quien me mandó para quitarte esa tristeza que te invadía cuando te conocí. Sé que te pondrás triste, pero no te preocupes, te seguiré acompañando desde “allí arriba” y te seguiré cuidando”.
Desperté, había estado soñando. Salí como todas las mañanas a saludar a mi querido perrito Atom. Y este había desaparecido…
Lloré y lloré, y busqué por todos sitios, viajé en busca de mi perrico, lo llamé y busqué durante muchos días y muchas noches, y este no apareció.
Una noche soñé que alguien me decía: “Cuídalo y quiérelo como me has cuidado y querido a mí”.Willy
Y en la puerta descubrí otra cosita peluda que parecía estar esperandome. Los ojos, eran igual a los de mi añorado y querido Atom.
Willy me acompaña desde hace ya dos años, los mismos ojos, los mismos gestos, y yo cada vez que lo miro creo que amo más, quiero más a todo el mundo y sobre todo soy mejor, mucho mejor persona.
Hace poco volví a soñar. Vi los colores del arco iris, y vi a unos felices perricos corriendo y saltando, riendo y ladrando, brincando y jugando. Allí todo era dulzura, ellos sólo sabían dar amor, bebían entre manantiales de luz bañada por un sol color oro fuego y ladraban. Allí estaba, mi querido Atom, era uno de ellos, saltaba, reía, y vi que venía hacia mí, con esos ojos inconfundibles. Empezó a correr y correr, se abalanzó sobre mí, lametones y más lametones y vi que eran sus ojos, su hocico blanco y sus patitas medio negras, y esos ojos me decían “ahora soy completamente feliz, estamos de nuevo juntos”. Espera, le dije, traigo a otro amigo, no quiso dejarme partir solo, se vino conmigo, es alguien a quien tú conoces. Y Willy apareció a mi lado jugando y saltando, riendo y ladrando, y fui muy feliz al lado de mis dos amigos perrunos.
mas alla con ellosDesperté y me tumbe al lado de mi fiel amigo, era verano, las estrellas brillaban como nunca las había observado antes, que mejor compañía podía pedir para mirarlas y soñar con ellas, mi amigo peludo estaba a mi lado… y creí ver unos ojos que me miraban desde ese cielo lleno de ingrávidos sueños.
-¡Hola Atom! -dije- ¡gracias!
Y Willy posando su mirada también en “esos ojos” allá en la inmensidad del universo, ladró.
-¿Tú también los has visto? -, le pregunté, ladró de nuevo, se acurruco a mi lado y se durmió.
Noté que los ojos que me miraban me susurraban: “nosotros, nunca te abandonaremos y cuando partamos, lo haremos juntos, mi querido amigo”. Y yo solo pedí un deseo…
SI LOS PERROS NO VAN AL CIELO, CUANDO MUERA, QUIERO IR DONDE ELLOS VAN
Manuel VilrealesManuel Vilreales
A mis amigos perrunos; a mi añorado Atom y a mi querido Willy

No hay comentarios:

Publicar un comentario