domingo, 23 de agosto de 2009

CONVICTO


CONVICTO


Llevo poco tiempo en esta celda, pero el suficiente para saberque sólo saldré de aquí el día que hayan estipulado para mi ejecución.Como todos los que estamos encerrados, por supuesto, soy inocente.No llevo mucho tiempo en este lugar, pero el suficiente comopara que se haya borrado de mi memoria el calor del sol sobre mi piel.Ahora no sé si lo soñé o realmente alguna vez realmente estuve fuerade estos muros.Camino tres pasos hacia delante y tres pasos hacia atrás en estecubículo. "Quítate de ahí"-grito a mis compañeros de celda que ya nopueden ni moverse-"no quiero hacerte daño, pero necesito caminar parasentirme vivo".Algunas veces viene el carcelero. Nos trae la comida y el miedo.Nos mira y, la mayoría, nos empujamos los unos contra los otros en elfondo de la celda, para que no nos vea, para que no nos elija, paraque no nos haga daño. Algunos, como yo, aún tenemos fuerza para reunirlo poco que nos ha quedado de valor tras meses de encierro y nosenfrentamos a él, le gritamos, empujamos las verjas...A veces creo quesería capaz de matarle si con ello consiguiera salir de aquí. Peronunca lo consigo, sólo siento sus golpes cayendo sobre mí, destrozandomi cuerpo. "Las patas no"-pienso-"no me golpees en las patas, noquiero estar como ellos, necesito caminar para sentirme vivo". Y antesde perder el conocimiento, soy consciente de que he vuelto a perder lacordura una vez más.Día tras día escucho los sonidos que me rodean: gritos asustadosde los recién llegados, gritos de locura de los que llevan más tiempo,las tuberías que gotean, el incesante zumbido de la ventilación, elcrujir de la madera, nuestros pasos sobre los barrotes del suelo, elsilencio.Vivo bajo la permanente luz de una lámpara cuyos habitantes, lasarañas, parece que aunque tienen ganada su libertad, prefieren viviren este sitio infecto. No las entiendo. "Marcharos"-les grito aveces-"Marcharos y contar lo que ocurre en este infierno". Luegorecuerdo que no me entienden y grito de angustia y dolor, porque séque otra vez la locura se ha vuelto a apoderar de mí.La comida y el agua de este lugar, tienen ya el sabor de lapropia muerte. Aquí todo huele a muerte, a putrefacción, a dolor.
Espero ansioso mi último paseo, el que me llevará a morirejecutado, poniendo fin a este infierno sin sentido que es vida que hellevado. Sé que durante el traslado, al menos veré el sol.No, yo no voy a recorrer a pie la "milla verde". Lo haré en uncamión, encerrado en otra celda. No me importa ya, con tal de que a lasalida, pueda ver el sol antes de sentir el cuchillo del matarife enmi garganta. Mi última mirada será para él. No será una mirada deodio, sino de incomprensión. Ojalá pudiera explicarme porqué he tenidoque vivir y morir así.O tal vez puedas explicármelo tú, que lees estas líneas. Tal vezhalles la respuesta en tu plato esta noche, cuando te sientesalrededor de la mesa con tu familia y digas: "Qué bien, esta nochechuletas de cerdo !"http://comounlobo.blogspot.com/2008/01/convicto.htmlhttp://www.laboutiquevegetariana.com/

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